Peligroso cuando una hormiga se enamora del oso hormiguero que
le ha otorgado la dicha de vivir, que tuvo con ella misericordia y clemencia,
ahora la pequeña e insignificante criatura, viendo la magnificencia del ser al
que su corazón se ha entregado, comprende lo imposible de su amor.
El insaciable oso hormiguero que le ha cogido aprecio al
diminuto animal, ya que éste le acompaña siempre montado en su lomo, le cuenta
historias, le hace reír. Su pequeño amiguito que cierra los ojos cuando sus
compañeras son devoradas, el pequeño ser que le ha jurado estar siempre a su
lado.
Una hormiga, desilusionada, pero feliz, montada en la
espalda de su amor… a veces se desmonta, y mira su altura, su grandeza, lo
imponente y grandioso que es, y ella, desde abajo, y con una diminuta voz, se
pregunta, siempre se pregunta:
¿Qué debo hacer para que usted se enamore de mí?
¿Cómo podría usted acostumbrarse a mirar tan abajo?
¿Qué podría sacar de mí?, una insignificante hormiga
F.M.
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